Juan Ramón Jiménez
1
Aurora, dolor.
Ausencia de ser.
Bajo sin fin del otro.
Tercera juventud.
Curso normal del eremita,
tanto dolor en el consuelo
como ansia de ser.
13
La hoguera.
Dispersas flechas que reclaman.
Manos de rocío, ansia de las nubes.
16
Cae la flor.
Alarido en cada pétalo.
ánfora rota, ahogo.
Fenece el unicornio vegetal
de la aurora.
Un incendio, dolor.
La muerte antes que la conciencia.
17
Duele no haberte conocido,
saber que exististe alentado
por las mariposas y el ruiseñor
en una alcoba.
Duele mar adentro
y yo sin manos
para retener tu huida.
24
Se imprime la duda.
El acto no confirma el hábito.
El descorrer la cortina
como un manto de esperanza
nos envuelve en la zozobra.
Reconciliar augurios, doblar
el ingenio en el baúl
de la tristeza y acariciar,
nuevamente, las alas amoratadas.
25
Icaro, amado.
En tu inocencia
(sorpresa e ingenuidad)
volaste más mucho más...
ignorando el secreto de la maravilla
y la siniestra comodidad
de una prótesis alada.
29
Déjame, oh, señor,
rescatar la faz del fugado.
Déjame la vendimia de sus ojos
o las plumas abigarradas
de su candidez.
Déjame aun en sueño,
recobrar la forma innombrada
y el silencio trémulo
de su amor.
36
No ser en el infinito del abrazo,
inocente y jubiloso en la ignorancia
y la plenitud.
No ser y contar con tu no ser siendo.
Abrir la valija del incendio,
prorrogar el rescoldo en virutas de otoño.
Sin forma, el dulzor impensado.
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